Agosto de 2005. Un incendio quemó 800 hectáreas en Casavieja, Ávila. Tardó dos días en ser controlado y llegó a tener un perímetro de 10 kilómetros. Pero lo peor fue la muerte de un bombero forestal, Javier Tirado, por un desprendimiento de rocas. Doce años después sus compañeros siguen rindiéndole un sentido homenaje cada año, para recordarle. “A Javi, por lo que nos diste”, reza un monolito en el lugar del accidente. Otro, le recuerda en el Parque de Casavieja. Su memoria sigue viva entre quienes le conocieron.
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